Pranayama es uno de los pilares del yoga. A veces asimilado a la respiración, se trata de una disciplina completa que nos ayuda desde a mejorar el cuerpo, la concentración o los procesos mentales, hasta ser un potente instrumento para llevar al practicante a estados más elevados de conciencia. La respiración es el puente entre el cuerpo y la mente.
Aunque nuestras motivaciones para acercarnos al yoga sean diversas: mejora de nuestro estado de salud, reducción del estrés y la ansiedad, dominio del cuerpo y la mente, corrección postural, búsqueda de la felicidad interior, etc. tarde o temprano uno descubre que el yoga no es una simple actividad física-psíquica sino una filosofía de vida. Yoga es un camino de auto-conocimiento y cambio interior. Mediante el estudio, la práctica y el conocimiento intuitivo (más allá de nuestra mente ordinaria), los grandes yoguis accedían a estados de conciencia más elevados que trasladaron a lo que se podría llamar práctica del yoga.
En este camino nos encontramos que la respiración es uno de los puntos claves del yoga. Los maestros o profesores nos lo recuerdan en cada clase, en cada postura: “atentos a vuestra respiración”. Respirar es un acto reflejo que hacemos de forma constante desde el nacimiento hasta la muerte. Todos respiramos, pero simplemente algunos le prestan más atención que otros. Llevar consciencia a nuestra respiración, centrarnos en ella y hacerla presente.
Al enfocar nuestra mente hacia la respiración nos vamos acercando a un estado de ecuanimidad. Donde nuestra atención va hacia a dentro, ya no estamos tan dispersos sino presentes, atentos y enfocados. Con una simple respiración cambian nuestros circuitos mentales. Observar nuestra respiración para hacerla consciente, para que ya no sea un acto reflejo y automático, sino algo que vaya a nuestro favor.
Podríamos identificar el pranayama, con la respiración, pero nos quedaríamos en lo superficial. Es algo más, pranayama es la disciplina de la regulación consciente de la respiración, el prana o energía vital.
Este prana se define como la energía vital sutil, la energía pura en estado natural. Es la fuerza vital que no solo sustenta al cuerpo, sino también a la creación en todos los niveles. Los yoguis identifican el prana con la vida, la vitalidad, consideran que el cosmos está vivo y lleno de prana.
Las prácticas de los diferentes tipos de yoga, ya sean físicos, mediante cantos o recitaciones de mantras, meditaciones, visualizaciones, etc., procuran despertar, movilizar y mejorar este prana. Según los yoguis, todo el mundo nace con un cierto potencial o cantidad de prana, pero la calidad y cantidad del mismo va variando continuamente. Con pensamientos positivos, sentimientos elevados, la práctica de yoga y otros, podemos generar altos niveles de prana. También podemos obtener e incrementar el prana mediante nuestro entorno: con la comida, el agua, la luz del sol y el aire, por eso son tan beneficiosos los paseos al aire libre por la naturaleza.
Aunque la respiración es más cercana y el prana más elevado, los dos están intrínsecamente relacionados. Podemos influir en nuestro nivel de prana en el cuerpo con la ayuda de la respiración.
Patañjali, el sabio considerado el sintetizador de la práctica de yoga en su tratado Yoga Sutras, nos describe el pranayama como una de las ocho ramas o pasos que debe seguir el aspirante a la dicha (sadhaka) en su camino de la realización:
“tasmin-sati-śvāsa-praśvāsayoḥ-gati-vicchedaḥ prāṇāyāmaḥ”
“Una vez realizado esto (ásana), se adquiere el dominio de pranayama parando el movimiento (ordinario) de la respiración. Pranayama es el cese de la inspiración y de la espiración cuando se ha adquirido ásana”. Yoga sutras de Patañjali, II 49
Después de ásana, pranayama. Cuando nuestra postura se vuelve estable, cómoda, con la tensión justa y necesaria, y sino olvidar yama y niyama (las disciplinas de la regulación de nuestras relaciones externas y internas), se adquire el dominio de la respiración. La respiración se vuelve consciente.
Las técnicas o prácticas de pranayama están enfocadas a cambiar deliberadamente la pauta normal de nuestra respiración y con ello cambiar nuestro estado mental. Al practicar reducimos las perturbaciones o fluctuaciones mentales y minimizamos las impurezas del cuerpo, tanto físicas como mentales o emocionales. El objetivo final de la práctica de pranayama, al igual que el yoga, es centrar la mente.
La respiración consciente y el pranayama nos ayudan a devolver a la mente a niveles más saludables, a recuperar su estado natural de calma y paz. Ese estado donde nuestras reacciones ya no son inmediatas y precipitadas, sino respuestas meditadas a las situaciones que nos encontramos. Regulando nuestra respiración podemos acceder a modificar nuestro estado mental, pasando de la aceleración a la quietud, de la agitación al sosiego, del estrés a la calma. Para poco a poco poder entrar en un estado de ecuanimidad y observación.
Con una respiración más amplia y calmada, mente más tranquila y serena, mayor absorción de prana. A medida que vayamos avanzando en la práctica de pranayama se irá expandiendo de forma gradual nuestra capacidad pulmonar y se irá refinando la calidad de la respiración. No obstante, no hemos de querer forzar este cambio, se dará de forma holística y natural. Si forzamos, lo único que conseguiremos será añadir más tensión y distracción, y todo provocado por las imposiciones de nuestro ego. Esto nos aleja de la práctica y de la finalidad de reducir los obstáculos que afectan a la claridad mental.
“tataḥ kṣīyate prakāśa-āvaraṇam”
“Después es eliminado aquello que cubre la luz. La práctica regular de pranayama reduce los obstáculos que inhiben la claridad de percepción” – Yoga Sutras de Patañjali II.52
El objetivo último de pranayama es la mente. Reducir los obstáculos que hay en ella para así poder abrirla y percibir, sentir. Para ello nuestra respiración se debe volver larga, suave, regular y sutil. Larga porque se vuelve fina y viceversa.
Además de todos estos efectos sobre la mente ordinaria, la práctica de pranayama, se convierte en un acceso a nuestro cuerpo emocional. Como hemos visto según el yoga, la respiración es algo más que el simple intercambio de gases, gracias a la respiración obtenemos el prana o energía vital. Además con la respiración modificamos nuestra mente y con ella nuestras emociones y pensamientos.
Un ciclo de la respiración con sus cuatro fases bien diferenciadas se puede asimilar a nuestro ciclo vital. El inicio de la inspiración sería el momento del nacimiento o nueva vida, vamos inspirando hasta llegar al máximo donde al retener a pulmones llenos sentiremos el estado de plenitud o máxima abundancia coincidiendo con nuestro máximo esplendor vital, de allí empieza un lento declive en la fase de la espiración donde lentamente nos deshacemos de todo aquello que ya no es necesario, hasta llegar a los pulmones vacíos, donde no hay nada, solo el vacío o la muerte. Nacimiento y crecimiento, plenitud, decrecimiento y el vacío o la muerte. Nuestro ciclo vital dentro de cada respiración. Este ciclo se repite de forma constante, con un ritmo de unas 12 respiraciones por minuto.
Cada fase de la respiración podemos relacionarla con nuestro estado emocional y ayudarnos de un tipo de respiración o otra en cada ocasión según nuestras necesidades.
Espirar (rechaka) es sinónimo de vaciar, de limpieza. Podemos pensarlo a nivel físico como a través de la espiración expulsamos lo sobrante, el dióxido de carbono. Pero también la espiración acompaña al proceso emocional y mental. Toda emoción negativa, todo pensamiento recurrente o obsesivo puede ser expulsado a través de la respiración. Es un proceso simbólico pero que tiene un gran efecto sobre la mente. Suelta, espira, vacía. En cada espiración podrás deshacerte de algo que ya ha hecho su trabajo y que ya no necesitas, un dolor, una molestia, un pensamiento.
Inspirar (puraka) es sinónimo de llenar, de recibir. Nos llenamos de aire, oxígeno, también de prana o energía vital. Pero además le damos permiso a nuestro cuerpo para recibir de la vida. Para abrirnos y confiar en aquello que nos será entregado a todos los niveles. Si nos cuesta inspirar, puede que sea porque nos cueste confiar en los demás y que nos ayuden. Inspirar es abrirse a la vida, a lo que tenga que llegar. Ábrete, confía.
La retención a pulmones llenos (antara kumbhaka) es sinónimo de abarcar, de plenitud. En este momento de llenado, de máxima capacidad, hay una pausa donde podemos experimentar la plenitud de nuestra existencia. El todo contenido en nosotros. Es por eso que personas con ansiedad les puede resultar muy agobiante aún llenarse más y deberían evitar las retenciones o introducirse en ellas muy lentamente. Así podremos disfrutar de la plenitud, de nuestra máxima esplendor.
La suspensión de la respiración o retención a pulmones vacíos (bahya kumbhaka) es sinónimo de parar, de la nada. Ya no hay nada, todo se ha parado, ya no existe nada. La muerte se hace presente, pero no una muerte física desde el miedo, sino una muerte de lo antiguo de lo estancado, para poder revivir en la siguiente inspiración. Aprendemos a disfrutar del vacío, de la nada, de que todo aquello que nos agobiaba o preocupaba es nada en relación al universo o al tiempo de vida de la tierra.
Hemos visto que es el pranayama y como este nos ayuda a enfocar nuestra mente y cambiar nuestro estado mental.
Buena práctica yoguis!
Podéis venir a practicar con nosotros pranayama en nuestras clases. Os esperamos.
Sílvia Gallego
profesora de Hatha Yoga y Pranayama