Cuando buscamos las bases de la filosofía que engloba la práctica de yoga, uno se encuentra de frente con el concepto de la no violencia o ahiṃsā. Este concepto, común a todas las religiones tanto orientales como occidentales, es aquí capital para entender el origen del yoga, su finalidad última y la vía de autoconocimiento y crecimiento que propone.
Etimología
Etimológicamente «ahiṃsā» significa la no violencia; no dañar, no perjudicar, sin molestias, respeto por la vida; no resistencia al mal a través de la violencia; sin malas intenciones o daños. Además es una de las virtudes yama (primer anga o rama del yoga según Patañjali) del yoga. La palabra se deriva de la raíz sánscrita hiṃs: golpear; hiṃsā es lesión o daño, a-hiṃsā es lo opuesto a esto, es decir, no causar lesiones, no hacer daño. Otra traducción que no emplea la negación sería compasión hacia todos los seres.
«ahiṃsā paramo dharmaḥ sarvaprāṇabhṛtāṃ smṛtaḥ». Mahābhārata XVIII:116.37-41 – Se enseña que la no violencia es el primer deber de todos los seres.
Este concepto se menciona muchas veces en diferentes escrituras tradicionales, por lo que se conoce como un concepto universal y a temporal. La tradición india es básicamente de transmisión oral, con lo que es complejo decidir un origen común de los conceptos o el momento en que nacen los mismos. Se menciona tanto en los Upanishads, los Vedas, el Yoga-Sūtra de Patañjali, el Mahabhrata y el Bhagavad Gita, entre otros. Pero estas menciones no van acompañadas de un estudio exhaustivo del mismo. Esta discusión se deja a los maestros y discípulos.
Ahiṃsā se refiere tanto a nuestros actos, palabras y pensamientos. Dicen que dañan más las palabras que los golpes, pero este concepto va mucho más allá. Nuestra mente se debe purificar para que los pensamientos también sean ahiṃsā, para que la no violencia nazca desde nuestra mente. No violencia en nuestro pensamiento hacia los demás, sin juzgar, sin criticar, sin intentar imponer nuestro criterio o visión. No violencia en nuestras palabras, decir las palabras justas y que hagan un beneficio a los demás, que nazcan de la compasión y no del ego.
Finalmente nuestros actos serán no violentos al alinear pensamiento, palabras y actos. Al ser más conscientes de todo el poder que tiene nuestra mente.
Los maestros y la no violencia
Patañjali describe en sus Yoga-Sūtra las recomendaciones para iniciar la práctica de yoga. Se trata de ocho ramas o ocho pasos que el practicante o aspirante a la dicha caminará para conseguir el objetivo final del yoga, la iluminación o la dicha. El primero y segundo de estos pasos: yama y niyama, forman el código de conducta ética en la filosofía del Yoga, se trata de restricciones o recomendaciones recogidos en dos grandes grupos. Yama es la relación con los demás, y niyama la relación con nosotros mismos. Ya vemos como «el otro», los espejos serán claves para poder acceder al estado último del yoga. Si nuestras acciones, actos, meditaciones, no son para el otro, no son para un bien común, no estamos en el enfoque adecuado.
Mahatma Gandhi, gran estudioso de los textos clásicos, estudió, amó y aplicó el concepto de ahiṃsā a la resistencia pacífica frente a la colonización británica. Sus acciones fueron precursoras del movimiento político de la no violencia, o resistencia pacífica ante la opresión de los estados. Gandhi dedicó su vida a descubrir y buscar la verdad, o satya, y llamó a su movimiento como satyagraha, que significa «apelación, insistencia o confianza en la Verdad». Influyó a líderes del movimiento pro derecho humanos como Marthin Luther King, Nelson Mandela, etc.
El Jainismo que influiría a Gandhi, es aún más restrictivo en cuanto a la comprensión e implementación de ahiṃsā. Matar a cualquier ser vivo por pasiones se considera hiṃsā (dañar) y abstenerse de tal acto es ahimsā (no dañar), esto incluye animales tanto superiores como invertebrados. Al igual que en el hinduismo, el objetivo es evitar la acumulación de karma dañino. Según la tradición jainista, la alimentación recomendada es el lacto vegetarianismo o el veganismo. Cuando Mahavira revivió y reorganizó la fe Jain en el siglo VI o V a. C., ahimsā ya era una regla establecida y estrictamente observada, que se mantiene aún incluso en la sociedad laica de la india.
Todos estos maestros, y muchos otros invitan a practicar con el ejemplo. A extender el concepto de la no violencia más allá de una aceptación moral, sino que sea el motor de nuestros actos. No violentar, no agredir, no solo a los demás sino también a nosotros mismos, a nuestro cuerpo, a nuestra alma. Pero veamos como se aplica este concepto de la no violencia según el yoga.
La no violencia aplicada a la práctica de yoga en la esterilla
La importancia de ahiṃsā como la primera restricción en el primer paso del Yoga (yama), es que define la base necesaria para el progreso a través del Yoga. Es un precursor de asana (las posturas), lo que implica que el éxito en Yoga solo se puede obtener si el yo se purifica en pensamiento, palabra y obra a través de la moderación de ahiṃsā.
Recordemos cuales son los elementos esenciales para la práctica de yoga: nuestra actitud (yamas y niyamas), la atención o observación atenta, el sthira-sukha (concepto de firmeza, equilibrio, comodidad y observación) y la respiración. Todo ello formará nuestra práctica de yoga, no podemos entender las posturas o las secuencias de la práctica de vinyasa, sin aplicarles estos cuatro pilares. Es por ello que la simple práctica física se convierte en algo más, algo que se inicia con yama, nuestra actitud hacia los demás, cuyo primer concepto ya hemos visto que es “ahiṃsā”.
Cuestiónate tu práctica
En esta búsqueda interior de autoconocimiento del yoga, indagamos sobre nuestros patrones, nuestros gestos, pensamientos y tendencias. No para juzgarnos o intentar añadir más carga sobre nosotros mismos, sino para nuestra evolución personal. Para ello podemos cuestionar-nos sobre la no violencia en nuestra práctica de yoga:
- ¿Es tu práctica de yoga acorde con el concepto de la no violencia?
- ¿Estás forzando en las posturas?
- ¿Estás compitiendo con tus compañeros?
- ¿Ejecutas las posturas desde el equilibrio y la observación atenta o desde otro punto?
- ¿A quién intentas impresionar con tu postura, a ti mismo, a tu ego, a los profesores, a cualquiera que te de su aprobación, a tu padre?
- ¿Practicas desde el miedo?
- ¿Practicas desde la temeridad?
- ¿Te da pereza practicar?
- ¿Es el profesor el que exige una práctica intensa que no puedes alcanzar o el origen de la exigencia es otro?
Practicar desde ahiṃsā
Fijémonos en la traducción más cercana de no dañar, no perjudicar. La práctica de yoga no debe ser perjudicial, nunca. La no violencia según el yoga es parte de su motivación y finalidad última. Muchas ocasiones es nuestra mente la que vuelve la práctica perjudicial. Es la mente competitiva, la que se justifica en los demás y se autoengaña. Ahiṃsā nace de uno mismo, es algo que hemos de aplicar desde nuestro corazón, que otros no nos pueden imponer, pero para ello tenemos que conocernos, ver cuando nos estamos dañando y porque nos dañamos y esa herramienta de conocimiento la da el yoga.
Si la actitud con la que practicamos es la de no dañarnos, no perjudicarnos y no qué tipo de práctica estamos realizando y/o si conseguimos realizar más o menos posturas, nuestra práctica se irá volviendo equilibrada. Una práctica con ahiṃsā, donde ya no somos perezosos que perjudican su cuerpo y salud desde la dejadez y pasividad de no hacer nada, ni seres activos que se perjudican desde la acción compulsiva y ajetreada del hacer por hacer. Es normal que fluctuemos de una tendencia a otra, pero hemos de ser capaces de encontrar este equilibrio donde conectamos con nuestro centro y donde los beneficios del yoga son más profundos que nuestro bienestar físico o nuestro ego alterado.
Para ello solo hace falta que nos recordemos de construir nuestra práctica de yoga desde el respeto, práctica y autoconocimiento.
Son nuestras acciones, actitudes y pensamientos los que se irán asentando en la no violencia. Empezando por lo más físico en nuestra práctica, lo más tangible y de allí llegando a las capas más profundas de nuestros patrones. De allí seremos capaces de aplicar la no violencia más allá de la esterilla en nuestros actos, palabras y acciones durante todo el día y con todos los seres.
«Ahiṃsā o no violencia, por supuesto, implica no matar. Pero la no violencia no se refiere únicamente a no matar, sino que ahiṃsā implica una abstinencia absoluta de causar cualquier dolor físico o emocional a cualquier ser vivo, bien sea por pensamiento, palabra u obra. La no violencia requiere una mente, una boca, y unas manos pacíficas». – Mahatma Gandhi
Podéis venir a practicar con nosotros desde el corazón y muy centrados en ahiṃsā en nuestras clases de Hatha, Vinyasa, Pranayama, Meditación. Os esperamos.
Sílvia Gallego
profesora de Hatha Yoga y Pranayama
Yoga para la calma mental