Zona cero de una catástrofe ególatra oculta por la nebulosa de sus crónicas que lo hacen reconocible, como la cola de algunos cometas, por la hermosa manifestación que emana de su propio desgaste y combustión deconstructivos, hermosa estela mortal de la vida palpitante de un sí mismo que se dice no mismo a sí mismo, alguien amable, cómplice y amigo (y todo lo contrario también), con la violencia y crueldad necesarias para poder estar a la sideral altura de su despiadada manera de entender la bondad.
Un casi-yo generoso hasta la ingenuidad por ser siempre y sin límite ni control, tanto y tan excesivamente como lo es la desidia de su ser encantadamente pusilánime, lúcido y tan peligroso para consigo mismo como lo es todo sociópata.
No ser tanto un yo como el desestructurado resultado de un insensato humor investido de ansiedades convulsas entre lo «on» y el «off» de su alma intermitente. Una escurridiza pastilla de jabón incluso para sí mismo, que decir para los que presumen conocerle y solo tienen una pompa de jabón que estalla en cuanto se aproximan demasiado.
Texto de: joseluiscañadasoler
Ilustración de: Silvia Cosio