Mi primera formación la hice durante fines de semana mientras trabajaba como interiorista, no tanto con el sueño de ser profesora sino con ganas de aprender más sobre yoga. Descubrí un mundo precioso que tiene como base sanar tu mundo interior y tu relación con el mundo exterior. Una práctica que va mucho más allá del movimiento físico. La práctica de yoga es una disciplina física, mental y espiritual.
Cuando decidí que quería centrarme solo en compartir la práctica de Yoga, me fui a vivir a Bali para estudiar, practicar y descubrir. Allí, no solo aprendí sobre Yoga, sino que de los Balineses aprendí a vivir con amor. Ellos creen profundamente en el Karma, y viven dando lo mejor de ellos mismos, regalando sonrisas a todos los que las necesiten y ayudando sin esperar nada a cambio. Todo lo que aprendí de ellos, me gusta aplicarlo y compartirlo en las clases de yoga que doy.
Entre mis clases encontrarás Vinyasa Yoga y Yin Yoga. En las clases de Vinyasa suelo combinar movimientos fluidos y dinámicos, para mover la energía de lugares estancados, con posturas estáticas para dar fuerza y enraizarte. Me gusta buscar el equilibrio en todas las prácticas, para que no salgas de clase con la energía disparada pero tampoco salgas sin ganas de hacer nada.
Las clases de Yin Yoga son pequeñas píldoras para el alma. Moverte lento, calmar la mente, sentir lo que sea que tengas dentro sin juzgarlo, abrazarte y dejar ir cosas que ya no necesitamos. Todo eso sucede durante las prácticas de Yin Yoga.